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Basura electrónica.

A pesar de esta regulación europea los residuos eléctricos/electrónicos han continuado incrementándose como consecuencia de sus ciclos de innovación y sustitución (obsolescencia programada), cada vez más breves, que han convertido a los aparatos eléctricos/electrónicos en una fuente creciente de residuos (50 mill. tn/año según Naciones Unidas) y una gran cantidad de productos electrónicos, como los ordenadores portátiles y  los teléfonos móviles, contienen sustancias y materiales químicos peligrosos. Desde la Organización Mundial de la Salud advierten que su reciclaje o eliminación supone “una seria amenaza para la salud humana y el medio ambiente”.

 

Según los datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente las empresas españolas venden en el mercado nacional casi 740.000 toneladas de aparatos eléctricos y electrónicos al año y sólo se recogen alrededor de 160.000 toneladas. De estas se valorizan, reutilizan o reciclan un 75 por ciento, pero todo lo demás, el 80 por ciento restante, desaparece sin dejar rastro. Sin embargo, al comprar uno de estos aparatos, el precio incluye el tratamiento que debe recibir cuando no nos sea útil y evitar que acaben en los vertederos.

Entre el 50% y 80% de los desechos de EEUU, Japón y la Unión Europea se transporta a vertederos en China, India, Nigeria, Pakistán y otros países en vías de desarrollo. La exportación de este tipo chatarra viola la Convención de Basilea de las Naciones Unidas, aprobada en 1989, que prohíbe el traslado de la basura electrónica a países en vías de desarrollo, bajo cualquier término.

Los ordenadores, monitores y televisores son los principales residuos electrónicos en los desguaces. En Agbogbloshie y en Korforidua se desmontan a  mano en los numerosos talleres pequeños que hay dentro del  mercado. Algunas partes se queman para separar el plástico del  valioso metal. Los materiales sin valor se arrojan con otros residuos. La mayoría de la gente en Ghana no es consciente del impacto negativo de la basura electrónica o incluso del hecho de que contengan sustancias químicas tóxicas. Pero, a pesar de la falta de conciencia o de conocimiento, la realidad es que la basura electrónica tiene implicaciones en la salud pública  y un severo impacto medioambiental. Las lagunas y los ríos próximos al vertedero están muertos y ya no contienen peces. Nada cambia a pesar de las denuncias, los cargamentos ilegales siguen vertiéndose con consecuencias serias sobre la salud pública y con un impacto medioambiental muy grave”, según comenta Ethic Mike Anane, director de la Liga de periodistas medioambientales de Ghana quien ha documentado la existencia de residuos electrónicos de marcas europeas, japonesas y estadounidenses. Las etiquetas revelaron que los equipos venían de organizaciones muy diversas, como por ejemplo la Guardia Real danesa y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos y cómo los contenedores de residuos electrónicos de Alemania, Corea, Suiza y Países Bajos se abrían en el puerto de Tema, el puerto más grande de Ghana. Los datos de los contenedores revelaron que todos los europeos habían sido enviados a través Amberes (Bélgica).

Desde Marcabrera se cuestiona el actual modelo neoliberal de entender la producción y la sociedad como un sistema en el que resulta determinante la poca durabilidad de los productos para mantener un flujo de consumo que permita que las fábricas sigan produciendo y se aseguren los puestos de trabajo de millones de personas a la vez que se magnifica los beneficios de las grandes corporaciones empresariales.

El aumento del consumo indiscriminado de materias primas y la generación de residuos es exponencial, pensando en aumentos del 400 y 500 por cien en 2020.

 

 

Redacción Marcabrera