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ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS EN EL MEDITERRÁNEO

Cabrera es un pequeño ejemplo de la riqueza que en general guarda el mar Mediterráneo. Los mares y océanos ocupan las tres cuartas partes del planeta y albergan los ecosistemas más ricos (contiene el abanico más amplio de taxones), constituyen un componente esencial del régimen mundial de sustentación de la vida, forman uno de los sistemas más importantes en la dinámica atmosférica global y ofrece valiosos recursos con posibilidades para un desarrollo sostenible y tan solo se ha explorado en torno a un 5%.

 

El mar Mediterráneo contiene entre el 4% y el 18% de todas las especies marinas conocidas, muchas de ellas endémicas, pese a que sólo constituye el 0,8 % de la superficie oceánica mundial.

 

Desde el punto de vista hidrológico, posee un balance hídrico negativo, muy marcado a causa de la intensa evaporación y el insuficiente aporte de los ríos que drenan en este mar (el ciclo de renovación tarda entre 80 y 90 años en completarse). Este déficit hídrico se ve compensado con el paso de agua atlántica a través del Estrecho de Gibraltar, en lo que radica su hidrología general y que le hace muy sensible a la contaminación. El hecho de ser una cuenca muy cerrada, el escaso aporte de aguas y el tratarse de una masa de agua “relativamente” pequeña, contribuyen a que las mareas sean relativamente débiles y las aguas más bien cálidas (se mantiene estable entre 12-13ºC a partir de una determinada profundidad y hasta el fondo). El influjo de agua dulce no compensado con la evaporación hace que exista un gradiente de salinidad que aumenta a medida que nos alejamos de aguas atlánticas.

 

La productividad del Mediterráneo es relativamente baja comparada con otros mares. Sin embargo, es conocido por la considerable diversidad de fauna y flora, así como por el alto índice de endemismos. Tiene una alta variedad de hábitats respecto al resto de regiones siendo su fauna y flora aproximadamente el 6-7% del total de las especies marinas descritas. Aunque su tamaño sea reducido, todas estas características hacen de él una región de indudable valor ecológico.

 

La diversidad de las aguas costeras españolas es de las mayores de la Unión Europea a causa de los factores oceanográficos y biogeográficos que presentan. Tal riqueza puede ser explicada por la coexistencia de especies de diferente origen: Atlántico norte y templado, Atlántico tropical e Indo-pacífico. Las zonas donde se ha detectado mayor diversidad de especies son el Estrecho de Gibraltar y el Mar de Alborán con especies típicamente mediterráneas como atlánticas, así como componentes de la fauna norteafricana y algunos endemismos. Se calcula que en la región mediterránea un 50% de las especies son endémicas y, por el contrario, cerca de un millar de plantas están en peligro de extinción y 26 ya han desaparecido

 

Mar y litoral han sufrido y actualmente sufren los efectos de múltiples actividades que han comportado una ocupación agresiva, sobre todo si hablamos de turismo y construcción de edificios e infraestructuras relacionadas con el mismo. El turismo en el Mediterráneo supone el 30% de esta actividad a nivel internacional y se concentra principalmente en la franja costera. Además, un gran número de impactos sobre el medio marino tiene su origen en actividades terrestres, hecho que se debe tener en cuenta sobre todo a la hora de ordenar y planificar recursos en espacios naturales protegidos marítimo-terrestres y áreas marinas protegidas cercanas a la costa.

 

 

 

 

 

 

Aunque el Mediterráneo cuenta con un centenar de áreas marinas protegidas, éstas cubren tan sólo un pequeño porcentaje, menor al 1%, de la superficie total del Mediterráneo. Además, su distribución es incongruente con los atributos de biodiversidad ictiológica.

 

Así, aunque estas zonas llegan a cubrir áreas con gran diversidad de especies, endemismos y especies vulnerables según la IUCN -la Unión internacional para la conservación de la naturaleza que establece las listas de especies en peligro- quedan desprotegidas otras áreas ricas en biodiversidad desde un punto de vista filogenético o funcional, que también tienen un papel relevante en la conservación del resto de especies de peces y de los ecosistemas.

 

Así, se han identificado áreas particularmente ricas en especies de peces (el Mediterráneo oeste, por ejemplo); zonas ricas en especies de peces endémicas (como el mar Adriático); zonas de biodiversidad funcional (en las cuales las especies cumplen diversos roles ecológicos y contribuyen el equilibro del ecosistema, como las costas de Túnez); áreas ricas en biodiversidad filogenética (ricas en especies interesantes desde el punto de vista evolutivo, como la costa noroeste de África), y áreas con biodiversidad amenazada (como las costas de Italia, Francia y España).

 

Desde aquel foro de Antalya, en 2012, está en marcha una iniciativa de los países ribereños del Mediterráneo con una serie de objetivos estratégicos en una hoja de ruta hasta el 2020.

 

1 - Establecer una red ecológica de AMP que sea representativa y conectada.

2 - Lograr una gestión eficaz, eficiente y sostenible y una buena gobernanza de las AMP en el Mediterráneo.

3 - Desarrollar una gobernanza territorial y sectorialmente integrada de las AMPs mediterráneas, al tiempo que promueve el intercambio de beneficios ambientales y socioeconómicos.

4 - Aumentar la asignación de recursos financieros para establecer y mantener una red ecológica de AMPs efectivamente gestionadas.

5.- Alcanzar en el 2020 la protección del 10 % de la superficie marina del Mediterráneo como Área Marina Protegida.

 

Este Foro (organizado por el RAC/SPA, MedPAN y el Reino de Marruecos) de Áreas Marinas Protegidas del Mediterráneo, celebró en Tánger del 29 al 1 de diciembre del año pasado su reunión anual. Ha culminado con la Declaración de Tánger , que debe constituir un punto de inflexión en la hoja de ruta: pasar de deseos a hechos. Del texto aprobado por el foro, se desprenden 2 ideas fundamentales: ya nadie discute que la pesca artesanal responsable es un factor esencial para la gestión eficaz de las áreas marinas protegidas (AMP), por un lado y, por otro, la relevancia de los efectos del cambio global en el medio marino que deben ser tenidos en cuenta en la gestión de las AMP y, recíprocamente el papel mitigador de las AMP en los impactos del cambio global.

 

Es necesario reseñar que hace 5 años, cuando se puso en marcha esta iniciativa, las Áreas Marinas Protegidas del Mediterráneo sumaban el 1 % del total de su superficie y tras este quinquenio de declaraciones la superficie protegida sigue siendo del 1 %.

 

Redacción Marcabrera