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MARCABERA ANTE LA REVOLUCIÓN 4.0

Podéis iniciar cualquier búsqueda en Internet buscando información sobre la Revolución 4.0 y las noticias y enlaces describiendo un futuro prometedor serán los más abrumadoramente presentes. Nos anuncian la inminente llegada de una nueva revolución industrial de proporciones colosales que contribuirá a un estadio superior de bienestar en las sociedad al potenciar una mayor producción de bienes de consumo a demanda del cliente y totalmente automatizada, conectada y coordinada por computadoras y con una creciente universalización de la tecnología robótica.

Numerosos Institutos de Tecnología financiados por grandes corporaciones industriales y con generosas aportaciones de dinero público en forma de subvenciones, seminarios y jornadas y apoyados desde Foros tan controvertidos como el Económico Mundial de Davos, impulsan esta Revolución para que nuestra Sociedad avance en la implantación de lo que se ha dado en llamar investigación “Smart Factory”, “Ethernet IPv6”, “IHS”, ”Internet de las cosas / I2OT”, “ciber-físicos / CPS”, “Big Data” ó “Cloud Computing”, entre otros muchos términos acuñados para que sean una realidad que conoceremos como “4.0”.

Las tres revoluciones industriales precedentes han tenido importantes consecuencias en el mundo1, que si bien es cierto otorgaron ventajas, especialmente para el incremento de la producción, también ocasionaron problemas de orden socio-económico manifestándose en luchas sociales que dieron paso al nacimiento del proletariado industrial enfrentado al capitalismo empresarial.

El escenario que se puede prever a medida que avance el siglo XXI es que una gran parte de la actividad económica estará en manos de tecnología inteligente supervisada por profesionales muy cualificados reduciendo la necesidad de trabajo humano y creando una contradicción, que hemos empezado a comprender en estás últimas crisis, entre el hipotético aumento de la productividad y el descenso de los protagonistas del consumo, la clase media.

Es fácil llegar a la conclusión de que fuera de esta Revolución 4.0 nos espera la crisis crónica. El hecho es que debemos afrontar tanto su implementación como las consecuencias que provoca el punto y final del empleo asociado a los sectores maduros de la economía, lo que unido a la demográfica y a la debilidad de las bases reales para asegurar el relevo generacional, al endeudamiento planetario, a los procesos migratorios presentes y futuros y la inasumible crisis en la gobernanza a todos lo niveles presenta un panorama social descompensado.

Estamos obligados a ser innovadores, tener los recursos formativos solicitados en cada momento; desarrollar nuevas habilidades para asumir el decálogo del emprendimiento, crear y sorprender y erigir la creatividad como motivo de la acción humana. ¿Pero será suficiente?. Nosotros creemos que no.

Contemplar la expansión de la fabricación avanzada 4.0 sin hacerlo, a la vez, con las consecuencias sociales y laborales que genera y los efectos que provoca en la estructura del empleo, es quedarse a la espera de que la bondad del plan funcione sola y eso, a estás alturas de la historia ya sabemos como se gestiona.

La industria 4.0 indica el mundo que viene, pero el conocimiento social que se necesita es el ausente en esos planes. El problema, para Marcabrera, no son solo las consecuencias de la fabricación avanzada, sino los cambios estructurales que se vislumbran detrás de estas iniciativas y sobre todo las preguntas que no se quieren plantear. ¿Podrán las élites emitir y trabajar con este tipo de mensajes sociales o se conformarán con llamadas genéricas y con contenidos cargados de retórica?. ¿Los beneficios económicos de esta nueva industria serán repartidos o acaparados por los que la impulsan?. ¿Cuáles serán las tensiones emergentes a nivel de empresa tanto nacional como supranacional?. ¿Qué mecanismos de Gobernanza se deberán aplicar?. ¿Cómo se mitigarán las desigualdades generadas en cuanto al dominio de la tecnología?. ¿Qué instrumentos de política pública serán adecuados a medio y largo plazo?. ¿Se creará una política fiscal soportada proporcionalmente en las nuevas tecnologías para el mantenimiento de las políticas sociales, para el mantenimiento de la Seguridad Social, para el mantenimiento de la estructura del Estado?.

Si ya sabemos que la cualificación técnica y la formación tecnológica mantienen una relación inversa con la creación de empleo y está con el consumo que a su vez pone en peligro la sociedad del bienestar ¿Dónde están los filósofos, comités éticos, los economistas o los necesarios programas de adaptación a ese nueva y rotunda realidad?.

1.- La primera revolución industrial , 1780, acabó con el trabajo de esclavos y siervos, la segunda , 1900, redujo de manera drástica el trabajo agrícola y artesanal y la tercera, 1979, en sus últimos estertores, está dando la puntilla al trabajo asalariado masivo de los sectores de la industria y los servicios y a muchas categorías de empleo en el sector profesional.

 

Redacción Marcabrera.