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CABRERA Y LAS MEDUSAS.

La presencia de estos “animales gelatinosos” en la costa y sobre todo, en las playas, durante estos últimos años nos da la sensación de que responde a un desenfrenado aumento de las poblaciones de medusas(1).

 

En las costas españolas habitan más de 200 especies de medusas, aunque las más populares solo alcanzan la docena. Cotylorhiza tuberculata, Rhizostoma pulmo o Pelagia noctiluca son tres de las más comunes. Las dos primeras son casi inofensivas para el ser humano, pero la última deja una picadura inolvidable.

 

Hay que tener en cuenta que el hábitat natural de las medusas es el mar abierto, por sus condiciones de densidad, salinidad y temperatura, diferentes a las del agua cercana a la costa(2). El aumento de la temperatura marina está rompiendo la diferencia entre aguas cálidas y frías, mientras que el descenso de precipitaciones disminuye el aporte de agua dulce de los ríos a la costa, aumentando la salinidad. Estos dos fenómenos son fruto del cambio climático. De esta forma, la barrera entre mar abierto y costa va desapareciendo. Aparte del cambio climático, otra de las causas de la proliferación de medusas en el litoral español es la desaparición de sus depredadores, como son las tortugas marinas, los túnidos, los peces luna y los peces espada, entre otros, debido a un exceso de actividad pesquera. La sobrepesca también ha hecho mella en una larga lista de competidores, como las sardinas o los boquerones, que se alimentan del mismo plancton que las medusas. Además, los residuos incrementan la cantidad de nutrientes en el agua, lo que hace que aumente la cantidad de plancton disponible para las medusas y favorece la reproducción de los pólipos de los que proceden.

 

La barrera entre mar abierto y la costa va desapareciendo y estos invertebrados aparecen en las costas creando una gran alarma social mediática, sin embargo, es tan solo una de las consecuencias de los graves desequilibrios que estamos provocando en los mares, pero esta preocupación hay que hacerla extensiva a los efectos que el cambio climático está provocando en la supervivencia y distribución de todas las especies animales y vegetales.

 

Ante la presencia de este problema en el litoral, algunas administraciones han tomado medidas para su control. En el Mar Menor se han colocado 43 kilómetros de redes fijas para evitar su avance a la costa; en Cataluña se ha puesto en marcha el proyecto RECLAIMED, cuyo objetivo es reducir el impacto clínico y económico de las medusas o en la playa de Gandía han conseguido mantenerla limpia y sin medusas gracias a la recogida que llevan a cabo los pescadores de la localidad a través de un convenio firmado entre el Ayuntamiento y la Cofradía de Pescadores. Pero los expertos coinciden en que, mientras no se consiga frenar el cambio climático, el vertido de aguas y la sobrepesca, estos seres gelatinosos volverán a ser protagonistas de nuestros veranos.

 

A pesar de no ser un incidente frecuente en nuestras rutas, en todas las embarcaciones del Proyecto Marcabrera se dispone, dentro del Protocolo de asistencia a los clientes, de suero para que quien haya sufrido una picadura de medusa, puedan lavarse la herida (nunca con agua dulce, ya que reactiva el tóxico del animal); una vez limpia le proporcionamos compresas frías para que se la apliquen, no más de cinco minutos y facilitamos vendajes para tapar la herida (ya que el sol perjudica), así como una pomada con cortisona (nunca cremas con antihistamínico, ya que puede aumentar la hinchazón), en el caso de que el escozor persista o aumente la inflamación, nuestra recomendación siempre es acudir a un centro sanitario.

 

(1).- Juan B. Jesús Lidón, profesor del departamento de Zoología y Antropología Física de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

(2).- Fidel González Rouco, profesor del departamento de Física de la Tierra, Astronomía y Astrofísica II de la UCM.

 

Redacción Marcabrera