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B-Lab.

Ya han pasado más de ocho años desde el estallido de la peor crisis financiera que casi provoca un colapso económico a escala global. La crispación social y política hizo que en determinados sectores se replantease el sentido ético del sistema económico ante la constatación de las consecuencias de que estaba demasiado apegado a la especulación y al culto al dinero.

De ese malestar social, que reivindicaba al ciudadano como protagonista de las políticas socio-económicas, surgieron desde agrupaciones académicas hasta movimientos sociales y partidos políticos. También repuntó, en el núcleo del propio sistema financiero y de las empresas en general, las denominadas Empresas B (de Bienestar), que promueven un modelo de negocios transparente, igualitario y consecuente con el medio ambiente -sin olvidar de que la rentabilidad también importa.

Hoy en día existen más de 1400 empresas certificadas como B en 42 países, distribuidas en 130 industrias, desde multinacionales hasta pequeños negocios.

Consideradas como una de las innovaciones económicas más prometedoras de esta década, estas empresas llevan la responsabilidad social corporativa un paso más allá: sus accionistas amplían la misión del negocio para incluir el objetivo de obtener un impacto social y ambiental positivo, concreto y medible y plasman este acuerdo de forma legalmente vinculante en el contrato de constitución de la sociedad.

Este tipo de empresas superan el paradigma tradicional de la búsqueda exclusiva de la rentabilidad y representan un inmenso potencial para cambiar la sociedad en que vivimos, para hacerla más humana, más acorde con el bienestar de sus ciudadanos y más consecuente con los desafíos globales. Entre los rasgos distintivos de estas empresas hay obligación de mantener una distancia razonable entre los salarios más altos y más bajos; la búsqueda de un impacto en todas las facetas de la actividad; al tiempo de asumir los más altos estándares en transparencia y en gestión socio-ambiental. En otras palabras, a través de su actividad comercial, las Empresas B contribuyen a solucionar problemas sociales, a humanizar los negocios y a la sostenibilidad del planeta.

Un número creciente de investigadores y líderes económicos consideran que el movimiento de las Empresas B representa una de las claves para construir la nueva economía; una economía cuyo éxito se mida por el triple impacto: el bienestar de las personas, la contribución para mejorar la sociedad y el respeto al medio ambiente. 

La acreditación B-Lab (bimpactassessment.net) la otorga una organización no gubernamental fundada en 2006 en Estados Unidos, que determina si una empresa debe o no ser certificada como empresas sostenible. La obtención del certificado que otorga el B Lab requiere cumplir con elevados estándares sociales y ambientales, así como con compromisos de transparencia y responsabilidad corporativa.